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Muchos les llaman los invisibles, y no es para menos, porque en un plantel de más de doscientas personas en primera, y otros cientos en segunda, no hay ninguno. Si alguien, por casualidad, aún no sabe de que hablo, es sin duda, del fútbol español. De manera más concreta de la homosexualidad en este oficio, si se le puede llamar oficio, y si se puede decir homosexualidad, porque es más la no homosexualidad en el deporte, y en los deportistas, del país.
Mientras en países desarrollados como Alemania, Francia o Reino Unido siguen poniendo facilidades para que los futbolistas no sean apaleados, vapuleados con total impunidad, en España seguimos siendo unos retrasados. En el sentido de poco avanzados, claro. Mientras la izquierda plural lucha por hacer una férrea ley que intenta eliminar por completo la homofobia en este campo, el Partido Popular la tira para atrás con el As que tiene bajo la manga, la mayoría absoluta.
Algo queda claro en España, en el ámbito furbolístico ser homosexual está completamente prohibido, está vetado. Mientras que Angela Merkel, conservadora nata, anima a los jugadores alemanes a ser como son, a dejar a un lado la condición y profesión y que actúen desde el corazón, Mariano Rajoy piensa que en España hay leyes que ya les apoyan lo suficiente. Esa es la diferencia entre un país en el que el paro es del 5,2 y otro que sobrepasa el 21 por cientos. Ligeras diferencias que hacen que un país sea desarrollado, y otro, otro no tanto. Al menos en este sentido.
No hay que mirar hacia otro lado, bien es cierto que si un jugador falla un penalti, si uno no corre demasiado, es un "maricón", y esa palabra se puede emplear en infinidad de situaciones. Da igual que tenga mujer o hijos, es "Maricón". Ni subnormal, ni vago, ni inepto, "Maricón".
A la gran mayoría de futbolistas de élite los hemos visto participando en campañas contra mil cosas, pero ¿alguna contra la homofobia? Desde luego que no. Como dicen, ni está, ni se le espera. Porque ahí todos tienen el talante de un actor de Hollywood y la mentalidad de Ana Botella.
Raro que ninguna revista se haga eco de esto, la foto de futbolistas besándose no vende tanto.*
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