Las noticias desde la perspectiva de un joven del siglo XXI

viernes, 4 de julio de 2014

UNA VERDADERA REIVINDICACIÓN

Cuando  la gente realmente quiere y puede reivindicar, se  debería  hacer eso,  limitarse a reivindicar. Siguiendo  en la línea  de  mi indignación natural por el morbo que se  le da muchas veces  a todo  esto, saco a la palestra algo que escuche, pero aún  no he  leído  en ninguna revista  de corte progre.  Y mira  que se leen cosas, pero está  aún no, que casualidad, tal vez  la  imagen del beso homosexual  no queda tan vistosa como la  de un traje regional.
Muchos les llaman  los invisibles, y no es para menos, porque  en un plantel de  más  de  doscientas  personas  en   primera, y otros  cientos  en  segunda,  no hay  ninguno. Si alguien, por casualidad, aún no sabe  de  que hablo, es  sin duda,  del fútbol español.  De manera más concreta de la homosexualidad  en este oficio, si  se  le puede llamar oficio,  y si se puede decir  homosexualidad, porque es más la no homosexualidad en el deporte, y en los deportistas, del país.
Mientras en países  desarrollados  como Alemania, Francia o Reino Unido siguen poniendo  facilidades para que los futbolistas  no sean apaleados, vapuleados con total impunidad,  en España seguimos  siendo unos retrasados. En el sentido de poco  avanzados, claro.  Mientras la izquierda plural lucha por hacer una férrea  ley  que intenta eliminar por completo la homofobia en este campo, el Partido Popular la tira para atrás  con el As  que tiene bajo la manga, la mayoría absoluta.
Algo queda claro en España,  en el ámbito furbolístico ser homosexual está completamente prohibido, está vetado. Mientras que  Angela  Merkel, conservadora nata,  anima  a  los jugadores alemanes  a  ser como son,  a  dejar a un lado la condición y profesión y  que actúen desde  el corazón, Mariano Rajoy piensa  que en España  hay leyes  que ya les apoyan lo suficiente. Esa es la diferencia entre un país  en el que el paro es del 5,2 y  otro que sobrepasa   el 21 por cientos. Ligeras diferencias  que  hacen  que un país sea  desarrollado, y otro, otro no tanto.  Al menos en este sentido.
No hay  que mirar hacia  otro lado, bien es cierto  que  si  un jugador  falla  un  penalti,  si uno no corre  demasiado,  es un "maricón", y esa palabra se puede  emplear  en infinidad de  situaciones. Da igual que tenga mujer o hijos, es "Maricón".  Ni subnormal, ni vago, ni inepto,  "Maricón".

A  la gran mayoría de  futbolistas de  élite  los hemos visto participando en campañas contra mil cosas,   pero ¿alguna contra la homofobia? Desde luego que no.  Como dicen, ni está,  ni se le espera.  Porque  ahí  todos  tienen el  talante de  un actor de Hollywood y la mentalidad de  Ana  Botella.

Raro que ninguna revista se haga eco de esto, la foto  de futbolistas  besándose no vende tanto.*

No hay comentarios:

Publicar un comentario