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jueves, 31 de julio de 2014

¿MODA?

La palabra es despropósito.  Lo  dije  hace unos meses, y sigo opinando lo mismo. Una real aberración.  Creo  que  si  levantarán la cabeza ilustres de  la moda como Gianni  Versace o Mauricio Gucci,  no solo se golpearían la cabeza con la tapa del ataúd, sino que  también sentirían, con total  certeza, como yo, esa vergüenza endemoniada  de ver como la moda cada día está siendo llevada al extremo de  la excentricidad. 
No quiero parecer dogmático, ni retrógrado, nada que ver, pero  creo que el colmo de  las bufonadas llega de  la mano de  unas sandalias nada varoniles con pinchos,  no simples pinchos que nos evocan a juegos dignos de una película pornográfica, sino que bien pondrían ser confundidos con el escenario de  un espectáculo de Faquires.

Creo que estamos tendiendo, y cada  vez con más frecuencia,  a  confundir  que lo estrafalario es  bonito en su justa medida, y solo en su justa medida. Podemos aceptar  los pantalones ajustados, que son tan apretados que puede ser,  en algunas personas una bomba de relojería, pudiendo reventar en cualquier momento.  Los pantalones pitillos son cools  eso es indudable,  las mayas ajustadas  en hombres son ridículas.  Ese es el problema, ese  es el origen del problema, la  estrecha línea  que  la gente tiende a  pasar, sobrepasar y volver  a pasar, de lo dignamente aceptable  a la  bochornosa caricatura en la que muchos se ven reflejados, enfundados con ropa  del siglo XXVIII. 
No  hay que olvidar  esos  blusones   con estampados de  todo  tipo de pájaros y animales,  que pueden ser desde  una camiseta hasta  una portada de  Jara  y Sedal. Del mismo modo, y sintiendo adoración por  todos ellos, desde  Goya hasta el  gran Miguel Ángel, los cuadros sean del barroco o del rococo, son bonitos expuestos en las salas  de  los  museos, ya sea  en el Louvre o en el Vaticano, pero jamás y recalco lo de  JAMÁS  a modo de  sudadera, camiseta, camisa, o cualquier  prenda de vestir. 

Posiblemente  dé  la imagen de  neurótico  poseído por un viejo crítico francés, pero sin lugar a dudas,  mi  sentimiento cuando observo vestidos para hombres, trasparencias y demás abominaciones son dignos de  tirar espuma por la boca y bajar las escaleras  haciendo el pino puente al puro estilo del exorcista.  
Y no es que sea carca ni reaccionario, que no lo soy, simplemente consideró que en nuestro afán de  ser  tan modernos intentar imitar a la clase elitista -"la Jet Set"-  hemos perdido la cabeza, o mejor  dicho, han perdido la cabeza.  Esto es un claro ejemplo de:  "vísteme despacio que tengo prisa."

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