La palabra es despropósito. Lo dije hace unos meses, y sigo opinando lo mismo. Una real aberración. Creo que si levantarán la cabeza ilustres de la moda como Gianni Versace o Mauricio Gucci, no solo se golpearían la cabeza con la tapa del ataúd, sino que también sentirían, con total certeza, como yo, esa vergüenza endemoniada de ver como la moda cada día está siendo llevada al extremo de la excentricidad.
No quiero parecer dogmático, ni retrógrado, nada que ver, pero creo que el colmo de las bufonadas llega de la mano de unas sandalias nada varoniles con pinchos, no simples pinchos que nos evocan a juegos dignos de una película pornográfica, sino que bien pondrían ser confundidos con el escenario de un espectáculo de Faquires.
Creo que estamos tendiendo, y cada vez con más frecuencia, a confundir que lo estrafalario es bonito en su justa medida, y solo en su justa medida. Podemos aceptar los pantalones ajustados, que son tan apretados que puede ser, en algunas personas una bomba de relojería, pudiendo reventar en cualquier momento. Los pantalones pitillos son cools eso es indudable, las mayas ajustadas en hombres son ridículas. Ese es el problema, ese es el origen del problema, la estrecha línea que la gente tiende a pasar, sobrepasar y volver a pasar, de lo dignamente aceptable a la bochornosa caricatura en la que muchos se ven reflejados, enfundados con ropa del siglo XXVIII.
No hay que olvidar esos blusones con estampados de todo tipo de pájaros y animales, que pueden ser desde una camiseta hasta una portada de Jara y Sedal. Del mismo modo, y sintiendo adoración por todos ellos, desde Goya hasta el gran Miguel Ángel, los cuadros sean del barroco o del rococo, son bonitos expuestos en las salas de los museos, ya sea en el Louvre o en el Vaticano, pero jamás y recalco lo de JAMÁS a modo de sudadera, camiseta, camisa, o cualquier prenda de vestir.
Posiblemente dé la imagen de neurótico poseído por un viejo crítico francés, pero sin lugar a dudas, mi sentimiento cuando observo vestidos para hombres, trasparencias y demás abominaciones son dignos de tirar espuma por la boca y bajar las escaleras haciendo el pino puente al puro estilo del exorcista.
Y no es que sea carca ni reaccionario, que no lo soy, simplemente consideró que en nuestro afán de ser tan modernos intentar imitar a la clase elitista -"la Jet Set"- hemos perdido la cabeza, o mejor dicho, han perdido la cabeza. Esto es un claro ejemplo de: "vísteme despacio que tengo prisa."
No hay comentarios:
Publicar un comentario