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Yo recuerdo aquel juicio al expresidente de la comunidad valenciana, bueno juicio por decir algo, porque eso más que nada fue un espectáculo ridículo. Era más fácil enfrentarse a un juicio popular que a otro tipo, estaba a claro que untar a un juez es más difícil que alguien que en su vida ha visto un billete de quinientos de cerca.
Teniendo en cuneta que el único culpable en el caso Gürtel es el juez Garzón era de esperar que Elpidio Silva fuese el único damnificado en el caso Blesa, que ingenuo fue al pensar que en este país se podía hacer justicia a un tramposos y malogrado magnate de la financias. Y es que el juez s e atrevió a meterlo no una sino que dos, dos veces.
Me parece que solo hace falta ver su trayectoria profesional para hacer un juicio a Elpidio, número uno de su promoción, premio extraordinario de licenciatura en Derecho y 22 años de carrera a sus espalda, y ahora le acusan de prevaricación, pobre Miguel que dice que le ha dañado su vida familiar y su prestigio. ¿Pero puede ser más caradura? Como este individuo s e atreve a decir que le han destrozado su prestigio ¿Pero qué prestigio me pregunto yo? Este hombre hay cosas que ya no puede pedir, y una de ellas, prestigio.
Supongo que es mucho más importante el daño causado a un engañador que su propia estafa, esa es la lógica de este país.
Todo esto me recuerda a un artículo de Juan José Millás, el cazador de osos, que recomiendo y en el que comparto fielmente la tesis del periodista, y como acaba el texto, en fin, que mierda.
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