Es irónico que gente trajeada con Versaces de más de veinte mil euros, luciendo joyas que equivalen el sueldo medio de más de treinta españoles, se sientan ofendidos. Se sientan ofendidos, por los todo, incluso por los eres de Coca-cola, no critico que se solidaricen, pero las imágenes me parecieron ridículas, deslumbraban con tanto diamante y no dejaban ver lo que realmente estaba sucediendo. A lo mejor es que los actores españoles tienen un gran corazón, pero como dicen muchos críticos, si quieres un espectáculo político que funden un partido.
No es que no comporta sus ideales, que claro que los comparto, que me gusta que los hagan públicos, pero el juego no se basa en sacar una vez al año la bandera comunista y cantar el cara el sol, para eso ya hay mucho fantoches, aunque por lo menos ellos lo hacen día a día.
Es que aquí, en este país los artistas aprovechan cualquier ocasión para reivindicar las miles de cosas que les parece mal, y no digo que no este bien, tampoco que este mal, pero que si que buscan la oportunidad en la noche más especial del cine, su noche, y como es suya que hagan lo que les de la gana.
De ahí a que el ministro no vaya, y eso no es que no me parezca mal, es que me parece vergonzoso. Puede que al principio sintiera hasta compasión, pero después lo piensas en frío y dices: "cobra 200 000 euros y encima va a lo que le da la gana". A mi solo me dan ganas de mandarle a la mierda a ese hombre, mandarle al único lugar donde aún no han metido tijera. Realmente los cineastas serán lo que él quiera, morosos, pésimos... pero es que él es la escoria del país, parece un personaje de la obra Luces de Bohemia. Es el claro esperpento, en todos los sentidos.
Yo realmente querría ser famoso, querría ser artista, actor, asistir a los Goya, porque entonces si que temblase España. Realmente les decimos a ellos, pero son todos, la industria del cine en general quien está siendo castiga, azotada, flagelada constantemente con un IVA insostenible y que hace que vaya agonizando lentamente hasta tener que llegar a ver salas vacías. Apenas rozan unas cuantas localidades, con suerte dos o tres, pero es que eso es el precio, el peaje que tienen que pagar todos ellos por sus reivindicaciones en vivo y en directo, el día, su día, los Goyas, esta vez , una vez más con un 21% más. Yo no sé si está bien o mal, de lo que estoy seguro es que el día que toque reivindicar, aunque solo sea una noche y vestido de Calvin Klein, yo me apunto.
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