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martes, 11 de febrero de 2014

EL GOYA DEL 21


Es irónico  que  gente  trajeada  con Versaces  de  más  de  veinte  mil euros,  luciendo  joyas  que equivalen el  sueldo  medio de  más  de  treinta  españoles,  se sientan ofendidos. Se sientan ofendidos,  por  los todo, incluso  por  los eres  de  Coca-cola, no critico  que  se  solidaricen, pero las  imágenes  me parecieron  ridículas, deslumbraban  con tanto diamante y no dejaban  ver lo que realmente  estaba  sucediendo.  A  lo mejor   es  que los actores  españoles  tienen un gran corazón, pero  como  dicen muchos  críticos, si quieres  un espectáculo político  que  funden un partido.

 No es  que no comporta  sus  ideales, que claro que los comparto,  que me gusta  que los hagan públicos,  pero  el  juego no se  basa en sacar una  vez al  año  la  bandera comunista  y cantar el cara  el sol, para  eso  ya  hay mucho fantoches, aunque por lo menos  ellos  lo  hacen  día  a  día. 
Es  que aquí,  en  este  país los  artistas  aprovechan  cualquier  ocasión para reivindicar las  miles  de cosas  que les parece mal,  y no digo que  no este bien, tampoco que  este mal, pero que  si que  buscan la  oportunidad  en  la noche  más  especial  del  cine, su noche, y como es  suya  que  hagan lo que  les  de  la gana. 

De  ahí  a que  el ministro no vaya,  y  eso  no es  que no  me  parezca  mal,  es  que  me parece vergonzoso. Puede  que  al principio sintiera  hasta  compasión, pero después lo piensas  en frío y dices: "cobra  200 000  euros  y encima  va  a  lo que  le da  la gana". A  mi  solo  me dan ganas  de  mandarle  a  la  mierda  a  ese  hombre, mandarle  al  único  lugar  donde  aún no han metido  tijera.  Realmente  los  cineastas  serán  lo que  él quiera, morosos,  pésimos... pero  es  que  él es  la  escoria  del país, parece  un personaje  de  la  obra  Luces  de  Bohemia.  Es  el claro  esperpento, en todos  los sentidos.

Yo realmente  querría ser  famoso,  querría  ser artista, actor, asistir a  los Goya,  porque  entonces  si que temblase  España. Realmente  les  decimos  a ellos,  pero   son  todos, la industria  del cine en general  quien está siendo castiga, azotada, flagelada  constantemente  con un IVA  insostenible y que hace que  vaya  agonizando lentamente hasta  tener que llegar  a  ver  salas  vacías. Apenas  rozan unas  cuantas  localidades,  con suerte dos  o tres,  pero  es  que  eso  es  el precio, el peaje que tienen que  pagar todos  ellos  por  sus  reivindicaciones en vivo  y en directo, el día, su día, los Goyas, esta vez , una vez  más con un 21% más.  Yo no sé  si está  bien o mal,  de  lo que  estoy seguro es  que  el día que toque  reivindicar, aunque  solo sea  una noche  y vestido  de Calvin Klein,  yo me apunto.

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