Desde luego que se han salido, una mezcla de indignación, sorpresa de lo que sin duda fue y es un gran documental, cuando vamos al cine y nos muestran algo ficticio como real no nos sentimos engañados, y ayer sucedió eso. Évole jugó con nosotros, con los más de cinco millones y medio de personas que no se podían separar del televisor, entre los cuales yo me incluyo. Desde los grandes que habían vivido eso y observaban atónitos como les desmontaban el pánico sufrido, las anécdotas del terror que se basaban en una película digna de Oscar, hasta los jóvenes que se estiraban de los pelos al enterarse que los que habían o están estudiando caía en pocos segundos por su propio peso.
Lo presentaron de una forma que coló a la perfección, realista sin escatimar en gastos, llevando los testimonios de quienes habían participado en el verdadero Golpe de estado del 23 de febrero de 1981.
Fue unos momentos de SHOK que jugó malas pasadas a quienes apoyándose en las teorías de la conspiración jadearon a los cuatro vientos, a través de las redes sociales que ellos ya lo sabían. Se salvan pocos, desde ilustres del mundo del periodismo hasta políticos que cayeron en la trampa, que mal hicieron saltándose la lección del refranero español: "en boca cerrada no entran moscas", y quitado la versión de Carmen de Mairena que se extendió por la red como la pólvora "entran Po**as como roscas." Y sí sí entraron entraron, les cerraron, nos cerraron a todos la boca de golpe. Lo que parecía algo real, que antes parecía algo ficticio volvió a su tamaño natural, a su origen, sembrando la duda y haciendo que lo que era agua cristalina ahora sea turbulenta, casi tanto como el mar negro.
Entre los juegos de quien es más tonto y ha caído en la broma, y aquellos resabiados que ya desde el minuto 00.00 sabían que Jordi les estaba tendiendo la emboscada del siglo, del año, del mes y de la noche, se jactaban de todos aquellos que se creyeron a pies juntillas lo que el programa de la sexta planteaba. Esta mañana claro estaba la avalancha de criticas era considerable, a más de uno le dio un sofoco el ver que no es más listo quien más sabe sino quien más poder mediático tiene.
Y entre pitos y flautas, mentiras, verdades a medias y enteras, paso desapercibido el mensaje subliminal, que no sé sabe si es verdad pero por si acaso ellos lo cuentan, luego lo desmienten y quien se lo quiera creer allá él y su conciencia. Desde luego digno de ser un premio Hondas, un premio planeta y hasta ganar un Oscar al mejor guión. ¡¿Qué Argo ni qué Argo?! ¡Qué viva Salvados!
No hay comentarios:
Publicar un comentario