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jueves, 11 de septiembre de 2014

LA TRAGEDIA


Donde antaño hubo dos grandes edificios hoy solo quedan dos haz de luz, el vivo recuerdo de la tragedia, el mayor homenaje  a los que murieron, a los que hoy, por desgracia, por obra del malogrado destino, ya no están. 
Son pocos los que no recuerdan que estábamos haciendo ese día, ha quedado grabado en nuestra memoria junto a otros grandes acontecimientos, pero este, este con sabor amargo, de desesperación, de incertidumbre.  Aquel 11 de Septiembre marcó el antes y el después para mucha gente.  Personas que no imaginaban de  lo que era capaz el ser humano, y de golpe y porrazo un avión se estrelló en una torre. "¡Y OTRO!", y otro. Dos aviones en los edificios con mayor afluencia de toda Nueva York.  Se retransmitía por la televisión la muerte  de más de 3000 personas. Devoradas por las llamas, devastadas por el sufrimiento, la angustia, el miedo, toturándose al ver  que la muerte acechaba. Es difícil olvidar, cada 11 de Septiembre como caían las personas, como decidían poner fin a  su vida, porque ya no había vida,  solo había un futuro incierto, el humo, el fuego, que poco a poco, y como si fuera un reloj de arena, marcaba  los últimos segundos de su existencia.

Más de 3000 víctimas,  que no son  solo un número, son personas, es gente con una vida detrás, cada una de esas víctimas tenía algo por lo que luchar.  Policía, bomberos, trabajadores, operarios, sin distinciones. 1.609  mujeres, y hombres, que perdieron a sus parejas en el ataque. Que quedaron solos, que los aviones, aquella turbia mañana del once de septiembre les quito los que más podrían querer, el amor, la esperanza. Piensen en esos 3.016 niños que en pocos segundos se quedaron sin padres, sin madres, "sin su papi" al que tanto querían, porque es así, cuando vemos el número nos alarmamos, cuando pensamos en quien había detrás, en inevitable sentir la impotencia. 
La vida aquel día se paralizó. 144 horas fue lo que cerró la bolsa de Nueva York.  Un millón cuatrocientos mil personas decidieron cambiar el transporte para sus vacaciones, el avión por el tren, o el coche, porque quieran o no,  lo que sucedió aquella mañana fue algo que marcó un antes y un después. 56 minutos de angustia, 102 minutos de dolor, hasta que las torres poco a poco se desplomaron junto a la atenta mirada del mundo, que atónito, observaba  como lo que parecía imposible sucedía. "Es la tercera Guerra Mundial", y bien lo podría haber sido; 1.370 personas no pudieron identificar a  sus familiares, no tuvieron sus cuerpos. Han pasado 13 años,  y solo queda pensar que no volverá a pasar. 

Ya se sabe, que donde hubo fuego, siempre quedaran rescoldos, más de 69 días después de los atentados, en el subsuelo seguía prendiendo fuego.  Es difícil de olvidar aquella mañana del 11 de Septiembre.

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