Murieron cinco jóvenes, cinco amigas, cinco familias sufrieron y una decena de personas se limpiaron las manos, miraron hacía otra parte y silbaron como si con ellos no fuera la cosa.Pero, si no es culpa de los organizadores, tampoco de los políticos... entonces de quién, de aquellos jóvenes ignorantes que fueron a la fiesta sin saber lo que el cruel destino les depararía. Por supuesto que no, por supuesto que ellos no sabían que en aquella fiesta habían sobrepasado, hasta triplicar, el aforo, por lo menos no se dieron cuenta hasta que llegaron, hasta que vieron que no se podían mover, hasta que notaron que estaban siendo aplastados en un túnel sin salida. No se dieron cuenta del peligro hasta que dejaron de respirar, hasta que no vieron como sacaban a gente inconsciente de una montonera de gente, encajada a la perfección en un pasillo de pocos metros de ancho que estaba preparado para un centenar de personas, y que en aquella noche del treinta y uno acogió a 23 mil jóvenes empedernidos hasta las cejas de alcohol que prometían pasárselo bien y acabaron siendo parte de la historia trágica de España.
Hoy, un año después hay que explicar que el Madrid Arena ha sido reabierto, que la señora Ana Botella, Excelentísima -por decir algo- Alcaldesa de Madrid ha dado el permiso para que el escenario que acabo hace hoy 365 días con la vida de cinco jóvenes vuelva a ser un buen lugar para Macrofiestas, eso sí, se vuelven abrir las puertas sin tan si quiera hacer las remodelaciones necesarias y obligatorias para acoger fiestas multitudinarias y espectáculos del calibre de la sala.
Esperemos, o por lo menos yo lo espero que no vuelva a suceder nada parecido en el mismo lugar. Entonces no habrá excusa, ya no valdrá el "yo no soy culpable" y irse a un balneario de siete estrellas mientras decenas de personas lloran la muerte de sus seres queridos. Entonces ya no habrá cabida para los "¡Madres mía!" de aquellos que sabían a la perfección lo que podía pasar, y lo que paso, todo por egoísmo puro y duro al olor del dinero que compro y vendió a mal precio la vida de cinco personas que ya no están, y miles que han quedado marcadas de por vida por la tragedia de la historia negra de España. Fue inevitable predecir lo que el cruel destino les depararía, pero más inevitable de predecir lo que la injusta justicia no esta haciendo por ellos.
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