Eso, ¿cómo cambia la vida a los dieciocho años? es lo que me pregunto yo. Exactamente eso, como cambia, nada más. Algunos pensarán que la entrada será un cúmulo de ñoñería mal escrita, pero muy lejos de la realidad.
Es imposible, por muy poco cotillas que seamos no habernos enterado del nieto que espera la cantante Isabel Pantoja, es inevitable no haber abierto el periódico, haber hojeado las revistas, y no haber leído sobre el tema. Tal vez suena repetitivo- porque cuando suena es que agua lleva- pero es que de verdad le interesa a la sociedad. Mi pregunta más que cómo cambia la vida con la mayoría de edad debería ser reformulada por: dónde están los límites. ¿Por qué en pocas horas se deja de llamar de usted y se empieza a tutear?
Es una niña, le pese a quien le pese. Yo, que soy de su quinta, se perfectamente que no somos maduros, si adultos, pero no maduros, y menos para engendrar a un niño, para traer al mundo a una persona. No puedo imaginar cómo ella, una niña bastante consentida va a levantarse a las cinco de la mañana para dar de mamar a un infante, realmente solo me queda pensar que eludirá toda clase de obligaciones y esperará a que su madre adoptiva lo haga por ella. Y es que es una niña, realmente lo es, pese a que del día a la mañana se hayan empeñado en desmentirlo. Sigue siendo la pequeña del alma de la tonadillera, continua siendo joven, inmadura y una pequeña incrédula que piensa que de verdad puede traer al mundo una vida.
Parece mentira. De verdad lo parece. Unos segundos y todos ya podían hablar de ella, comentar su embarazo, todo el mundo ya podía despotricar a gusto, contar su vida con pelos y señales, todos se podían hacer eco de lo que se esconde tras las paredes de su casa. A los niños les ampara la ley, pero ¿dónde esta la ley del mayor? En ningún lado, o sí, tal vez está en el mismo sitió en el que dejamos el respeto para hablar de la que fue hace poco más de unas horas una menor, y que ahora, ahora ya es una señora con aspecto de niña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario