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viernes, 22 de agosto de 2014

EL SÁLVAME DE MI CASA, ES PARTICULAR

Hace  a penas unas semanas, por una playa de  Valencia, escuchaba  a un grupo de hombres y mujeres discutir, hablaban sobre lo abominable de la televisión,  sobre Sálvame  y programas "de la misma calaña".  El que parecía  ser el más sabio sobre la faz de la tierra, el que se las daba  de  justiciero de la paz y de cultureta en potencia acabo demostrando que era un enemigo de las luces, uno más. Su discurso empezaba así: "No entiendo como la gente ve esos programas".  Al menos, reconocía el éxito de  los espacios de corazón, que aunque parezca una obviedad, hoy muchos, aún, siguen ignorando las cifras "alarmantes".
Seguía  el alegato, mientras tanto todos asentían como una manada de obcecados, como si  en aquel debate nadie  pudiera discrepar en el asunto, lo que viene siendo la antítesis de Sálvame.

El monólogo siguió, mientras, yo, desde la toalla del lado me mantenía expectante escuchando como voceaba  a las cuatro vientos su completa oposición, esperando el momento, el momento que llego, llego, cuando dijo:"porque mira Belén Esteban...".  Empezó a enumerar uno por uno todos los conflictos que se habían sucedido a  lo largo de  los cinco años de  emisión, seguramente él se los sabrá mejor que la propia Esteban que lo vivió en primera persona.

Esa  fue la clave, el punto de inflexión, como una corrala se levantaron todas las voces, hombres, mujeres, chafándose unos a  otros, debatiendo a  la vez como si por ello les pagaran - que tontería ¿verdad?-. "Porque si no la Chabelita, otra que tal", se lo sabían todo, de cabo a rabo, argumentaban no verlo con detalles que solo podían dar si lo han seguido como fieles devotos. Y así es, esa es la hipocresía española, no solo la de ellos, la de  todo el mundo;  en los años setenta, tal vez en los ochenta, los consumidores de  drogas  se escondían para no ser descubiertos (hoy en día aún queda alguno), esto es igual, ver algún programa del corazón parece pecado, yo peco. Usted, tu, pecarás. Eso sí, como San Pedro, también lo negaremos tres veces.

Lo preocupante vino después,  me di cuenta,  y todavía ahora me doy cuenta, que  el programa de las tardes de la cinco no es más que el reflejo de  lo que vivimos cada uno en nuestra casa. Esas discusiones  son ni más ni menos una parte de nuestro Sálvame particular, tal vez por eso nos escandalicemos tanto.

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