Yo también le he quitado las pilas, porque odio la sociedad que hemos creado. Sinceramente, la odio. Somos todos unos hipócritas, una panda de superficiales, esto es así, sin más. Desde hace unos años estoy preocupado por mi peso, por verme demasiado delgado, por verme demasiado gordo, y es que al final nunca nos vemos como queremos, siempre tenemos de más o de menos. ¿Y por qué? ¿Por qué no somos felices cómo somos? No lo entiendo, francamente, los complejos no son más que barreras que nos hemos puesto.
Ayer por la tarde veía un programa de televisión, cuando escuche que a Tania Llasera, para mi gusto, una presentadora nefasta, pero como persona estupenda, había sufrido los gajes de dejar un vicio, el tabaco.
Yo no la vi gorda, en las fotos que difundieron no se le veía enferma, era algo distinto, una elección desafortunada de vestuario. Eso sí que era criticable. Era horroroso, espantoso. Parecía una jardinera americana de los años setenta, y gracias a Dios, o a quien sea, jamás he visto una en persona. Tampoco vi de cerca a Llasera, pero me sobró con ver las fotos. ¿Estamos ante la debacle de los cuerpos rechonchos? No por favor. A mi no me gusta la delgadez, adoro las curvas, las curvas son la verdadera belleza, es el secreto de cualquier mujer. Desde que el hombre es hombre ha moldeado a la fémina diez, voluminosa. La Venus de Willendorf.
Hasta Botero ha dado en la clave.Y es que a esta sociedad se le olvida algo, estamos pasando algo por alto. No podemos obviar una certeza absoluta: Señores, señoras, sin curvas no hay paraíso. Esto no es un alegato a los cuatro vientos de la obesidad, no es una oda al tocino y a las grasas. Esto, no es, más que una reflexión de la innecesaria importancia que le damos a los asuntos, que ni por asomo, son tracendentales.
Qué más da el peso de Tania, es que acaso para ser comunicadora hay que presumir de una extrema delgadez, si su respuesta ha sido sí, se equivoca. No soy dogmático, pero la mejor comunicadora y presentadora de todos los tiempos luce unos arrolladores michelines, y saben por qué, porqué en Estado Unidos no se asocia una cara bonita a un latenight. Aquí sí, parece que nuestras estrellas de televisión tienen que estar doctoradas en moda y bisturí. Tal vez debamos poner una Oprah Winfrey en nuestras vidas, en nuestros televisores. Ser delgado no es ser mejor, ser gordo no es ser peor, somos uno más, en un mundo insignificantemente hipócrita. Tania Llasera le ha quitado las pilas a la báscula, y yo también le he quitado las pilas, porque por ahora, no mide mi felicidad.
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