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sábado, 27 de julio de 2013

NO HAY PALABRAS

Mi  tristeza ,  mi condolencia... No hay  palabras, desde  luego que  no hay palabras  para  lo  que  sucedió. Todos  habremos  visto  una  película  en  la  que  un  tren descarrile, en la  que  vuelque, pero vivir lo de  cerca... no  tiene  palabras.
En  pocos  segundos  las  vías  de  santiago  se llevaron por delante a  más  de  setenta y  cinco  victimas que habían  cogido  el  tren con la  esperanza,  con la  normalidad de  siempre,  con las  ganas  de  volver a  ver  a sus  familiares, a  sus  amigos, de conocer  el  norte o de  vivir, de  seguir  soñando, riendo  o llorando, y hoy   tienen  que ver desde arriba  como  los  suyos  lloran  su  perdida, como media  España reza por ellos.


Sin  ninguna  duda  no hay  palabras, y no debemos  parar  de  repetirlo, no  podemos dejar de decirlo para  que  la  justicia  por una  vez  sea  justa, aunque  si  esto  fuera  así ese  tren hubiera  llegado a  su destino y hoy nadie  hablaría  del  suceso que seria  inexistente.
No  me  hubiera  gustado respirar, no el humo, si no el  aire  de  desesperación, de  dolor, angustia, entre el armazón de  hierros aplastados  y las llamas  de  fuego. No me  hubiera  gustado escuchar  el llanto de  ancianos, de  jóvenes  o niños pidiendo auxilio, implorando  al mismo dios  que acabara  con  su  sufrimiento.

España  entera  esta  rota  de  dolor,  todos están  conmocionados, por primera  vez  desde  hacia  más  de  cuarenta  y ocho  años  un tren  volvió  a  descarrilar, volvió a  arrastras a  cientos de  heridos  y se  llevo por delante decenas  de  vidas. Nadie  lo esperaba, ningún pasajero  era  consciente  cuando  subió de  su  destino  final. Sonrisas, problemas que  se  consumieron  con las  cenizas del tren, esas  vidas  que se  apagaron a  la  vez  que  las llamas.
Esta  vez  ni  un  apósito, ni grapas curaran tal herida. En esta  ocasión ni el mejor  detergente  limpiara  la  gran mancha  en la  historia  de  España,  que  en un 24 de  julio dejo  a  todo el mundo  sin habla, sin palabras, con lagrimas  en los ojos  esperando no esperar lo que todo el  mundo ya esperaba. Este  fue  el final del cuento de  hadas  para  muchos, el  fin de mucha  gente y el principio de  los pocos  afortunados  que  sobrevivieron y  volvieron a nacer  en el momento en el que su corazón volvió a latir.

No  hay  palabras,  mi más  sentido pesar  a  todos  los  familiares que están en la  incertidumbre de  "vivir o morir", a  todos  los  que están descompuestos  por el dolor de la perdida  de  alguien  y suerte  a  todos  las  que ya no volverán. Mi  tristeza ,  mi condolencia... No hay  palabras, desde  luego que  no hay palabras  para  lo  que  sucedió. Todos  habremos  visto  una  película  en  la  que  un  tren descarrile, en la  que  vuelque, pero vivir lo de  cerca... no  tiene  palabras. Porque la  realidad  supera la  ficción.

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